EUROPA
PRESS
27 febrero
2019
¿La
obesidad reduce el autocontrol? ¿O es al revés?
En una revisión publicada este martes
en la revista 'Trends in Cognitive
Sciences', investigadores exploran el viejo enigma
del huevo o la gallina, pero esta vez analizan si la obesidad reduce el
autocontrol o si la reducción del autocontrol conduce a la obesidad. Los
autores argumentan que la respuesta es ambas, y se debe en gran parte a la
actividad en la corteza prefrontal, que no solo se ve
afectada por nuestras elecciones dietéticas, sino que también puede influir en
ellas.
"No es solo el caso de que la obesidad esté causando
estos problemas en la estructura y función del cerebro, sino que esta relación
es recíproca: las diferencias en la estructura y función del cerebro pueden
causar obesidad, eso es realmente importante", dice la primera autora Cassandra Lowe, investigadora postdoctoral en BrainsCAN de la
'Western University', en Canadá. "Nuestra
revisión muestra que, tener una actividad prefrontal
más baja, puede predisponer a comer en exceso, lo que a su vez puede conducir
al aumento de peso y la obesidad", explica.
La neurociencia de la obesidad se ha centrado principalmente
en la disfunción de las vías de recompensa del cerebro, pero estudios recientes
han encontrado que las diferencias individuales en la función y la estructura
de la corteza prefrontal pueden ser de igual
importancia. Se ha demostrado que la medida en que esa región del cerebro se
activa al tomar decisiones predice la susceptibilidad de una persona para
desear alimentos ricos en calorías.
El papel de la
actividad prefrontal
Alguien con una actividad reducida en la corteza prefrontal puede ser más propenso a comer más,
especialmente cuando se le presentan indicios de alimentos (por ejemplo,
anuncios en los medios de comunicación), que pueden causar más cambios en el
cerebro que podrían provocar comer excesivamente en el futuro, y así en, en un
bucle. "Al replantear el tema de la obesidad en torno a la actividad prefrontal, en lugar de recompensar la capacidad de
respuesta de la región, podemos explorar tratamientos y medidas preventivas que
pueden inhibir el aumento de peso no deseado", dice Lowe.
"Se ha demostrado que el ejercicio aumenta la actividad
en nuestra corteza prefrontal, lo que a su vez nos
permite ignorar mejor los antojos de alimentos, yendo mucho más allá de su
función tradicional como un simple medio para deshacerse del exceso de calorías", dice Lowe.
Además, la investigación sugiere que practicar la atención plena ('mindfulness') en nuestra conducta alimentaría también es
una forma efectiva de mejorar la actividad de la corteza prefrontal.
"Al centrarnos en la salud y las consecuencias a largo plazo de los
alimentos que estamos comiendo en lugar de solo probarlos, podemos tomar
mejores decisiones alimenticias", afirma.
"Hacer buenos hábitos alimenticios durante nuestra
infancia formativa y en la adolescencia puede ayudar a preparar una
alimentación saludable de por vida y garantizar que la corteza prefrontal funcione correctamente", agrega la coautora
Amy Reichelt, miembro postdoctoral
de BrainsCAN en la Universidad de Western.
"A esta edad, la corteza prefrontal
de un adolescente no está completamente desarrollada, lo que en parte explica
la toma de decisiones impulsiva e insensata de nuestra juventud; el sistema de
control aún no está completamente involucrado. Relacionados con esta aptitud
para la toma de decisiones deficiente están los "malos hábitos
alimenticios, con adolescentes que consumen más calorías innecesarias de comida
basura que cualquier otro grupo de edad, un hábito que puede durar hasta la
edad adulta", apunta la coautora de la revisión junto con Peter Hall, de
la Universidad de Waterloo, en Canadá.
Según escriben los autores, mejorar la actividad de la
corteza prefrontal realizando terapias basadas en el
comportamiento, como el ejercicio y la atención plena, prescritas como la
norma, es un enfoque atractivo para combatir la obesidad. Sin embargo, la forma
de implementar estas terapias requerirá más investigación, ya que actualmente
no hay datos concluyentes sobre cómo aplicarlas de manera más efectiva.
"Centrarse en cómo se relacionan la obesidad y la
actividad prefrontal, cómo afecta esta relación a
nuestro cerebro y cómo puede, en última instancia, permitirnos ejercer control
y tomar mejores decisiones alimentarías será realmente importante para frustrar
la epidemia de la obesidad, dice Lowe. La ciencia es
realmente prometedora".